Y LLOVIERON BOMBAS SOBRE JAÉN
Durante años, mucha gente prefirió no hablar de ello, pero el caso es que no pudieron olvidarlo. La ciudad quedó destrozada, igual que una gente que vio cómo sus vecinos volaban por los aires como si de muñecos de trapo se tratasen. Y es que el conflicto había tocado de soslayo hasta entonces a la ciudad, pero aquel 1 de abril de 1937, Jaén se topó de bruces con la Guerra Civil.
Era jueves y las calles estaban llenas de críos. Unos jugaban, otros acompañaban a sus madres en las largas colas dispuestas para recibir la correspondiente ración de víveres. Seis aviones trimotores, escoltados por nueve cazas, rodearon Jabalcuz y llegaron a la capital del Santo Reino por el sur. A las cinco y veinte de la tarde, llovieron bombas sobre Jaén.
“Fue catastrófico”, explicaba Rafael Cámara durante la visita guiada al refugio antiaéreo de la plaza de Santiago organizada estos días por la asociación que preside, Iuventa, con motivo del aniversario del bombardeo, en el que murieron 157 personas, 64 de ellas menores de edad. El ataque del ejército sublevado, además, provocó 128 fusilamientos en las tapias del cementerio de Mancha Real.
A estas víctimas hay que sumar las 34 que fallecieron en el bombardeo de Córdoba por parte del bando republicano ocurrido días antes al de Jaén, y que de hecho fue el origen de este, tal y como reconoció el general Queipo de Llano. “La violencia solo engendra violencia”, afirmaba Cámara a las puertas de uno de los seis refugios que se proyectaron a raíz del hito del 1 de abril.
Llegó a haber muchos más.
En San Ildefonso había uno que fue usado después como urinario y baños públicos. Bajo el actual albergue Juvenil se conserva otro, el de San Juan de Dios, que tenía incluso un quirófano perfectamente alicatado. Ahora mismo, sin embargo, puede visitarse únicamente el de la plaza de Santiago, situado a espaldas de la Escuela de Arte José Nogué y convertido en espacio para la memoria de un hito dentro de la historia negra de Jaén.
