Un código ético que alimenta, como una raíz, el árbol de valores que preside, estos días, el Centro Ocupacional “La Algarabía” de Villacarrillo. Raíces a las que les podemos poner nombres tan significativos como; Participación, Solidaridad, Democracia, Transparencia y Comunicación, Eficacia y Eficiencia, Iniciativa, Aprendizaje, Ética, Profesionalidad, Responsabilidad, Igualdad o Dignidad. Personas. Hombres y mujeres de nuestra provincia que, dentro de su idiosincrasia, celebran el Día de Andalucía peleando de manera muy valiente por la visibilidad; por hacerse notar, por dar a conocer su manera de ver, entender y disfrutar la vida. “No hay mayor ceguera que la de aquel que se niega a ver” y esas vendas que, a veces, nos llegan impuestas por el desconocimiento o la apatía son las que ellos quieren arrancarnos de los ojos con iniciativas como esta. En estos días, el grupo de trabajo (usuarios y monitores) de este centro que trabaja con personas dis-CAPACITADAS de Villacarrillo se afana en preparar un vídeo explicativo que pretenden presentar, en breve, con motivo del día de nuestra comunidad autónoma. Una sucesión de imágenes que son el reflejo del devenir diario de este colectivo de andaluces que reivindican su derecho a vivir en igualdad, a ser tratados como los demás. Personas con una profunda valía, de inmensa capacidad de trabajo, de una honradez fuera de toda duda y a las que hay que dejar crecer dentro de una sociedad accesible, abierta de mente y de corazón generoso. ¿Está preparada nuestra provincia para tan importante cometido? No, si este tipo de vídeos, digamos que “promocionales”, deben seguir presentándose en sociedad. No, porque hay que seguir explicando en qué y para qué trabajan en nuestra provincia estos centros, este sector de profesionales. ¿Por qué un organismo como este, por poner un ejemplo de las decenas que existen en Jaén, debe seguir justificando su labor en pro del colectivo de discapacitados? Porque seguimos sin ver. Avanzamos pero demasiado despacio, con demasiados prejuicios, muchas incertidumbres y preguntas que deberíamos atrevernos a pronunciar en voz alta para que ellos, que las escuchan, las puedan responder. Y estoy convencido de que esas respuestas, ese acercamiento a nuestros amigos, nos quitará la venda de los ojos. He tenido la oportunidad de interactuar con los chicos y chicas de La Algarabía. He podido comprobar, de primera mano, cómo se desenvuelven en el día a día. Su tremendo entusiasmo por mostrarse tal y como son; derrochando inocencia y regalando cariño.
Sembrando valores y esperando la cosecha. Ojalá que, entre todos, hagamos que ésta sea fértil y fructífera.
Manuel Jiménez